El polifacético Mario Vaquerizo abre su armario, y no sorprende que
guarde más de 500 camisetas y 39 chaquetas de cuero, prendas clave de
su estilo inconfundible.
Es él. Mario Vaquerizo, el incombustible, el auténtico. El líder de
Nancys Rubias, mánager de estrellas, escritor y fenómeno televisivo,
habla de moda como de todo: sin morderse la lengua.
Usted no tiene problema en reconocer lo mucho que le preocupa su imagen y la ropa que se pone.
Es que la forma de vestir es algo que habla de uno, de su propio
estilo. Por supuesto que me preocupa lo que llevo, que me quede bien y
que dé una idea de quién soy. Me encanta verme guapo.
¿Se considera original al vestir?
Para nada. Me he pasado la vida copiando a mis ídolos y aprendiendo de
ellos. Mis influencias estéticas van de David Bowie a The Ramones,
pasando por Iggy Pop, los Village People o Raffaella Carrà.
Pues eso de reconocer que imita tiene mérito.
Es que yo copio a quien admiro. No hay nada de malo en eso.
Dígame, ¿hay alguna prenda que le haya marcado?
Sí. Los pantalones pitillo negros de la tienda Trash and Vodevil de
Nueva York. El dueño es uno de los reyes del punk neoyorkino de 1977. Ha
vestido a artistas como Blondie o Iggy Pop.
Hábleme de esos pantalones.
Compré el primer par en el año 2000, y gracias a ellos descubrí mis
piernas. Ahora solo uso esos. En España no los hay, así que aprovecho
para comprarlos cuando voy a EE UU, o se los encargo a los amigos.
Veo que siempre se viste con una cazadora de cuero. ¿Cuántas tiene?
Tengo 39. Todas son negras y estrechas. Algunas son de Zara o de
Bershka, aunque también tengo una preciosa de Balmain. Y si encuentro un
modelo que me gusta mucho, me compro más de una.
¿Su favorita?
Una perfecto que me regaló Alaska, que ella usó cuando sacó Horror en el hipermercado. Y otra que llevaba Nacho Canut en A quién le importa.
¿Algún otro exceso en su armario?
Sí. Tengo más de 500 camisetas.
Alguna debe ser la favorita.
Una que me regaló Nacho Canut, estrecha y sin mangas, verde, con una
espiral en negro, que él usaba en su época de Los Pegamoides. Le tengo
tanto cariño que cuando la llevo de viaje no la facturo por si me
pierden la maleta.
¿Qué es lo más extravagante que guarda en el armario?
Un arnés de sadomaso con el que me fotografió Juan Gatti para un disco
de Las Nancys Rubias. Como no es algo que me vaya mucho, lo subastaré en
una puja benéfica que vamos a organizar Alaska y yo.
Dígame algo que guarde, aunque ya no lo use.
Una camiseta que compré cuando conocí a Killer Barbies. Encogió y ahora parece un minipull.
¿Recuerda la primera prenda de vestir que se compró con su dinero?
Un anillo de plata con una calavera que encontré en un puesto rockero
de Gran Vía. Fue en 1994. Acababa de cobrar 8.000 pesetas por una
entrevista que hice a Carlos Berlanga en El Gran Musical. Metí 4.000 en una cartilla, aparté 3.000 para mis gastos y con las otras 1.000 me compré el anillo.
Hablemos de zapatos.
Tengo muchos, y guardo algunos que ya no utilizo, como unos Boogie de
Christian Dior con cadenas de metal que me compré en París.
¿Su calzado preferido?
Me gustan los zapatos altos y con flecos, pero en España solo los
fabrican para mujeres. Ahora estoy encantado, porque en Louboutin me han
hecho con mi horma unos con tacón ancho de 12 centímetros y flecos de
cuero. Encargué tres pares.
Nunca se pondría.
Un poncho. Me horrorizan porque no se nota el cuerpo.
Via: www.elpais.com