sábado, 15 de diciembre de 2012

EL HOMBRE ELEFANTE. 1980. Un Film De DAVID LYNCH. HISTORIA DE UNA PELÍCULA.

Hay un tipo de películas que, por su emotividad, son capaces de ponerte un nudo en la garganta y de hacerte llorar. A este género, que por lo demás menudea, pertenece "El hombre elefente", del excelente realizador David Lynch. ëste fue su segundo largometraje, y con él dio un salto cualitativo tanto en medios disponibles como en renombre de los actores a su servicio. Su primera incursión en el cine, excepción hecha de los cortometrajes "La abuela" y "El alfabeto", fue "Cabeza Borradora", hipnotizante filme rrodado con escaso presupuesto y exuberante imaginación. En él están contenidas todas las claves para entender su ubérrimo universo conceptual. Con "El hombre elefante" Lynch se reveló como uno de los directores más talentosos del momento.
Fue una tarjeta de presentación deslumbrante que pronto concitó el interés de los productores más destacados. Uno de éstos fue el avanzado Dino de Laurentiis, que le confió la adaptación de la popular novela de ciencia ficción "DUNE", de frank Herbet, Todo el prestigio que había cosechado con su anterior película lo dilapidó con ésta, que fue un sonoro fracaso, más de público que de crítica pues DUNE sin duda es una obra maestra. Hoy en día "Dune" está considerada como una película de culto, pero en su momento le valió el estigma de director peligroso para cualquier produccción de elevado presupuesto. Lynch no levantaría cabeza hasta "Terciopelo Azul", filme que le devolvía a sus raíces. Aunque colaborase en el guión de las adaptaciones, no se sentía a gusto con una historia que no era suya. La reducción en el metraje que le impuso el draconiano Dino de Laurenttis no sólo privó de sentido a la megalómana "Dune", sino que además le hizo recapacitar sobre la idoneidad de volver a trabajar por encargo. No ha vuelto a hacerlo desde entonces, para su bien y para el de todos los que admiramos su genio.
Como he dicho más arriba, "El hombre elefante" fue un encargo que Mel Brooks hizo a David Lynch por mediación de su socio Stuart Cornfeld, epatado tras la visión de "Cabeza Borradora". Es de justicia señalar en este punto que el primero en descubrir el talento del director de Montana fue Stanley Kubrick, que consiguió asistir a un pase de la singular ópera prima en su reducido circuito de exhibición y quedó fascinado. LLegó a decir que era la mejor película que había visto. Como no podía ser de otra manera, Lynch recibió estos elogios muy complacido, tanto más por cuanto que procedía de uno de los cineastas que más veneraba. A pesar de ser una encomienda, la temática que aborda "El hombre elefante" es tan cercana a las fantasías que pueblan el imaginario de Lynch que casi puede considerarse un proyecto personal. En la elaboración del guión participaron, además de él, Eric Bergren y Christopher De Vore, y se piensa que hubo incluso aportaciones apócrifas de Brooks, algo que no creo que gustase en exceso al director.
Su gestación a escote, empero, no fue óbice para que el guión se tradujera a unas imágenes de una crudeza sensible, si se me permite el oxímoron. A tal efecto contribuyó, obviamente, la espléndida fotografía en blanco y negro de Freddie Francis, camarógrafo que posteriormente volvió a trabajar a las órdenas de Lynch en "Dune" y "Una Historia Verdadera". La recreación del Londres victoriano fue exquisita, un trabajo de orfebrería sólo igualado por Coppola en "Dracula de Bram Stoker", donde, eso sí, el lujo resplandecía como una patena frente a la sordidez de una cloaca.
Siendo aún un pricipiante, Lynch no estaba en situación de enfrentarse a la productora, así que tuvo que transigir más de lo que le hubiera gustado. Se encontró con numerosas dificultades durante el rodaje que le atoraron y le sumieron en una depresión. Tras varios atascos creativos, sopesó la posibilidad de abandonarlo, pero al final se impuso su tesón y sacó la película adelante. su trayectoria prefesional estuvo pendiente de un hilo. Por fortuna, superó ese bache. Puede que para un realizardor de su exigua experiencia una película como ésta fuera un desafío prácticamente insuperable. Eastoy seguro de que cualquier otro en su lugar no habría conseguido finalizar el rodaje o, en caso afirmativo, de enhebrar una obra tan conseguida.
"El hombre elefante" es, quizá, la película más triste que he visto, y lo que ahonda la aflición que produce su contemplación es que John Merrick, el ser deforme que causaba la repulsión e inflamaba el morbo de cuantos le veían, existió de verdad. Hace poco se ha descubierto que su nombre real era Josep Carey Merrick, y aunque inicialmente se pensó que la extraña enfermedad que alteró de forma tan horrible su anatomía era la neurofibromatosis, las teorías más recientes apuntan a que pudo padecer un mal llamado síndrome de Proteus. Por supuesto, el guión aúna anécdotas verídicas con otras ficticias. Algunos de los otros personajes que aparecen también existieron, com el doctor Frederick Treves, También es cierto que Merrick gozó de una gran popularidad en su tiempo. Era poco menos que una leyenda, pero ¿quién quiere para sí una fama adquirida de esa manera?. Otro episodio extraído de la realidad es que recibió la visita de la princesa de Gales, y que se le asignó una vivienda en el London Hospital. ahora bien, la mayor parte de los sucesos truculentos que le sobrevienen en el filme forman parte de exhibirse como una atracción de feria partió de él, ya que, dadas sus condiciones físicas, estaba incapacitado para desempeñar cualquier trabajo. así las cosas, no fue sometido a tantas sevicias y vejaciones como se ven en la película, aunque bastante sufrió con tener esa apariencia.
John Hurt aceptó el reto dee encarnar al hombre elefante (así se le conoció en vida), y cuajó una interpretación soberbia. La exposición diaria a las abrasivas sesinos de maquillaje debió de ser un tormento para él, pero estas pejiqueras le reportaron, a la postre, el papel más importante de su carrera, que le valió el reconocimiento unánime de la crítica. aspectos a destacar de su interpretación son, por un lado, la manera de andar entre coja y gibosa a imitación de un ser contrahecho y, por otro, la peculiar pronunciación nasal y gangosa, ya que Merrick estaba aquejado de una bronquitis crónica. El doblaje al español es magnífico, y el actor que puso la voz al hombre elefente merece mis felicitaciones.
En el capitulo de interpretaciones también Anthony Hopkins, en el papel del doctor Frederick Treves. Dota de una gran humanidad al personaje, como se observa en la secuencia que ve por primera vez a Merrick, con las lágrimas asomando a sus ojos. Es el primero que le trata con dignidad, como a un ser humano, si bien desde la distancia que separa al doctor del paciente. Siempre se dirige a él con la fórmula del usted. al principio su piedad se adultera con un inconsciente deseo de asombrar a la comunidad científica con su descubrimiento para así conseguir reputación y prestigio. Aunque los medios que utiliza no son comparables a los del incuo Bytes (un excelente Freddie Jones, bien caracterizado con su barba hirsuta y su pelo híspido de alardes entrecanos), su "dueño", lo cierto es que comparte su fin, que no es otro que servirse de él par obtener beneficios. esta perversa teología le sume en profundas cavilaciones y le lleva a plantearse si el beodo y cruel Bytes no estaba en lo cierto cuando le acusó de ser como él. Desde el instante en que reflexiona sobre la naturaleza de su relación con Merrick, su lado humano y altruista prevalece sobre el interés puramente médico.

Aunque a casi todos los espectadores lo que más les conmueve es esa secuencia en la cual el hombre elefante es perseguido y arrinconado por una jarca de curiosos y morbosos ( a mi entender, un sutil homenaje a "M. El vampiro de Düsseldorf". en que, acezante y derrengado, les exclama: "Yo no soy un monstruo...Soy un ser humano...Soy un Hombre", a mí lo que más me impresiona son las palabras del doctor Treves antes de saber que puede habalr: "Es un imbécil, un comleto idiota, Roguemos a Dios que así sea". En verdad, la consciencia de la propia monstruosidad es lo más horrrible que alguien puede llegar a sentir y, de esta manera, el malévolo y avaro vigilante nosturno (Michael Elphinck), epoleado por su ruindad, dsifruta en compañia de su improvisado circo poniéndole un espejo a Merrick para que observe su rostro deforme y grite de espantado. El desgraciado hombre elefante pasa de una representación a otra: empieza en una feria ambulante, luego es exhibido como una curiosidad científica y más tarde vuelve a ser mostrado como una atracción de barraca en el mismo hospital. No llega a encontrar la calma que ansía. Cuando mejor se advierte que el aspecto exterior no es sinónimo de catadura moral es en ese momento en que los dipsómanos y las putas que han pagado la entrada al vigilante se arremolinan, con sus muecas obscenas y sus palabras soeces, en torno al desdichado objeto de contemplación. si la cara fuera el espejo del alama, estaríamos todos los días en Carnaval.
Es curioso fijarse en la terminología que los diferentes personajes, especialmente los más desaprensivos, emplean para referirse a Merrick. Bytes le llama "fenómeno" (En ingles Freak), término al que elide la particula "de la naturaleza". Está claro que en esta elección pesa su vinculación al mundo del espectáculo. El vigilantem, en cambio, obvia cualquier circunloquio o eufemismo y le designa con el nombre de "monstruo". Como bien le replica Treves, el monstruo es él, que es quien realmente tiene un trastorno de la conciencia, pues considera que no hay nigún mal en las humillaciones que le inflinge al hombre elefante. Desde luego, su acto más infame en cuando le arroja una moneda después de haberle rociado de alcohol y de oprobio, en generosidad por las pingües ganancias de la noche. Cuesta creerlo, pero existen personas tan estragadas por la avaricia que han perdido los escrúpulos, y que son capaces de vender a su abuela por un plato de lentejas.
Sin embargo, no todos los personajes con los que se cruza el hombre elefante son malvados. También tiene la oportunidad de conocer a la Srta Kendall (una Anne Bancroft que derrohca empatía), eminente actriz de la escena londinense que pronto reconoce la nobleza de alma qu hay oculta tras esa apariencia tumefacta. Ella es la artífice de que cumpla varios de sus sueños: primero, recibir el beso de una mujer (pues Merrick es un romántico Y Kendall, que lo sabe, le regala y recita con él unos pasajes de "Romeo y Julieta"), y segundo, ser presentado oficialmente en sociedad al asitir como invitado de honor a su última representación teatral ( esta véz es un espectador más, no el centro de todas las miradas). 
 

TRAILER ORIGINAL PELÍCULA: EL HOMBRE ELEFANTE. DAVID LYNCH.
         
         

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