El 2012 también ha sido decepcionante en temas cinéfilos. Proyectos de los que el público esperaba un orgasmo visual y se quedaron en tristes intentos de films de culto que en realidad es a lo que aspira cualquier director. Aqui os dejo algunos ejemplos lo suficientemente importantes como para pensar que no todo lo que reluce......es oro.
EL HOBBIT. UN VIAJE INESPERADO.
El regreso de Peter Jackson a la Tierra Media se ha
saldado con una cinta desigual capaz de darnos momentos de gran cine –
toda la secuencia de las adivinanzas entre Bilbo y Gollum-, pero también
de introducir elementos para alargar la historia – el gran villano de
la función- que no terminan de funcionar por la repentina necesidad de
hacer tres películas en lugar de dos. El acertado fichaje de Martin Freeman
evita que la cosa no descarrile ya en su excesivo primer acto, pero la
película está muy por debajo de la trilogía de los anillos.
LOS MISERABLES.
Un musical que no paraba de recibir alabanzas, un estupendo reparto y la
lluvia de premios y nominaciones invitaban a pensar que íbamos a estar
ante una producción que nos dejara embobados. Mucha gente ha quedado
impresionado con esta adaptación de Tom Hooper, pero conmigo sólo lo logró en momentos muy puntuales – Samantha Barks cantando ‘On my own’-, siendo la indiferencia la tónica dominante durante la mayor parte de su exagerado metraje.
PROMETHEUS.
Una de las producciones más esperadas el año era el regreso de Ridley Scott al universo Alien que él mismo creó. Los avances de la misma invitaban a pensar en un espectáculo de primer orden que dejase poco menos que en ridículo a la mayoría de blockbusters actuales, pero la realidad fue otra. Fallos de guión por doquier y la presencia de muchos personajes a caballo entre lo absurdo y lo prescindible dejaban en algo muy escaso su innegable fuerza visual.
LO IMPOSIBLE.
El gran éxito del cine español de 2012 ha sido este segundo trabajo tras las cámaras de Juan Antonio Bayona,
un cruce entre cine de catástrofes y grandilocuente drama
hollywoodiense con aspiraciones al Oscar. Es en el segundo apartado
donde se viene abajo por sus obscenos intentos de tocar la fibra
sensible del espectador en todo momento y a cualquier precio. Había
momentos en los que sólo faltaba un aviso de texto sobreimpreso en la
imagen diciéndonos que ahora era el momento de llorar a moco tendido.
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