Pocas personas han vivido con tanta intensidad como Chavela, pocas
han sido tan provocativas, tan claras, tan seguras de sí mismas como la
cantante nacida en Costa Rica hace nueve décadas. Chavela desafió a su
tiempo y cumplidos los treinta años se convirtió en artista profesional tras cantar durante años en las calles.
Empezó su carrera en un mundo de hombres, vestida como ellos, cantando
rancheras con voz rota, fumando y bebiendo como si la vida le fuese en
ello. Chavela cantaba a las mujeres con más pasión que los hombres y sus
noches, como escribió Sabina, eran noches de boda que se alargaban
hasta el amanecer. "Moriré cuando yo quiera", dijo en una ocasión. Así
ha sido. La vida se rindió a Chavela y ella se ha ido cuando ha querido,
tras cantarlo todo desde su silla de ruedas, tras reírse de todo, tras
brindar con todos sus amigos, con desconocidos, con unos seguidores que
la adoraban por encima de todo.
Chavela no tuvo una vida normal, nunca la quiso. Grabó más de 80 álbumes
que dieron una vuelta de tuerca a un género manido. Su voz, un regalo
que nunca cuidó, ganaba con cada cigarro y cada trago, macerando de
amargura los versos de sus canciones. Tragos que compartió con la
generación de oro de México: artistas como Agustín Lara, José Alfredo
Jiménez, Diego Rivera o su amada Frida Kahlo. A pesar de su longevidad
el alcohol estuvo cerca de estropearlo todo. Vargas estuvo casi dos
décadas alejada de los escenarios por sus adicciones. "Yo tomaba
tequila, todo me lo tomé, por eso no quedó nada allá", confesaría
después. En una ocasión, como cuenta en su libro Y si quieres saber mi pasado,
su hermano intentó calcular todo el tequila que había bebido en su
vida, llegó a los 40.000 litros, Chavela todavía tenía 78 años. Pero
salió de aquello, se volvió a levantar y regresó. "Salí de los
infiernos, pero lo hice cantando".
En 1961 el poeta Alfonso Camín regaló a Vargas los versos de Macorina, su primer éxito con una canción que hablaba de la seducción de otra mujer. La canción sería el primer triunfo de Vargas y lanzó su carrera.
Su trayectoria estuvo llena de altibajos, de grandes momentos
acompañados de épocas más oscuras. A pesar de ello nunca se alejó de sus
amigos, los Almodóvar, Sabina, Serrat, Ana Belén... En 2004, la
cantante se subió al escenario del Carnegie Hall para ofrecer uno de sus
mejores recitales, un espectáculo cargado de pasión que recorrió lo
mejor de su cancionero, un concierto que bien puede ser el mejor viaje
por la obra de una mujer que vivió como si el mañana nunca fuese a
llegar, como si la pena fuese el más bello sentimiento. "Piensa en mí
cuando sufras, cuando llores también piensa en mí, cuando quieras
quitarme la vida, no la quiero para nada, para nada me sirve sin ti",
cantó en Piensa en mí.
PIENSA EN MI
Si tienes un hondo penar, piensa en mí..
si tienes ganas de llorar, piensa en mí.
Ya ves que venero tu imagen divina,
tu párvula boca que siendo tan niña
me enseño a pecar
Piensa en mí cuando sufras, cuando llores
también piensa en mí,
cuando quieras
quitarme la vida, no la quiero para nada,
para nada me sirve sín tí.
Piensa en mí cuando sufras, cuando llores,
también piensa en mí, cuando quieras
quitarme la vida, no la quiero para nada,
para nada me sirve sin tí.
Piensa en mí cuando sufras, cuando llores
también piensa en mí, cuando quieras
quitarme la vida,
No la quiero para nada,
para nada me sirve sin tí.
Piensa en mi..........
Si tienes un hondo penar, piensa en mí..
si tienes ganas de llorar, piensa en mí.
Ya ves que venero tu imagen divina,
tu párvula boca que siendo tan niña
me enseño a pecar
Piensa en mí cuando sufras, cuando llores
también piensa en mí,
cuando quieras
quitarme la vida, no la quiero para nada,
para nada me sirve sín tí.
Piensa en mí cuando sufras, cuando llores,
también piensa en mí, cuando quieras
quitarme la vida, no la quiero para nada,
para nada me sirve sin tí.
Piensa en mí cuando sufras, cuando llores
también piensa en mí, cuando quieras
quitarme la vida,
No la quiero para nada,
para nada me sirve sin tí.
Piensa en mi..........
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