En un tiempo futuro pero cercano, la tecnología y la investigación ya
no sirven para atrapar a los asesinos en serie. Se necesitan personas
cuya profesión es ser cebo, siguiendo unas pautas elaboradas a partir
del teatro de Shakespeare. Diana Blanco es, sin duda, la mejor, la más
completa. Ella desea dejarlo pero seguirá un caso más cuando sepa que su
hermana es el próximo objetivo del más inteligente y escurridizo de los
asesinos: El Espectador.
Una vez más, José Carlos Somoza demuestra que es una de las voces más
originales y atrevidas de la narrativa negrocriminal en castellano. Es
difícil aplicar una etiqueta a su última obra. No es novela negra, de
contenido crítico o social, y no es un thriller rocambolesco donde la
acción lo justifica todo. Pero, sin embargo, El cebo contiene altas
dosis de enigmas a resolver, una investigación con altibajos que no
decae y la venganza como uno de los cuatro clásicos móviles del crimen.
Somoza crea su propio marco espacio-temporal. Un futuro con avances
tecnológicos en lo cotidiano, pero donde la muerte y la miseria, moral y
real, siguen presentes. En ese mundo, Somoza construye una realidad en
que la detención del asesino se conseguirá a través de los cebos,
personas que dominan técnicas para atrapar mediante la consecución del
objetivo de cada uno de nosotros: el placer. Pero ese placer es
manipulable, naturalmente. Cada uno de nosotros tenemos una filia, que
queda atrapada por una máscara. Nuestro “psinoma” predetermina nuestra
actuación.
¿Mascaras, filias, psinomas? Inicien la lectura de El cebo y déjense
introducir en el mundo de pesadillas que Somoza, apoyado en un
castellano rico y preciso, crea. Déjense llevar. Aunque, como lectores
experimentados, ya saben que nada es lo que parece, que juegan con
nosotros, pero pedimos que jueguen bien, como en este caso.
Y cuando terminen serán conscientes de que nunca más Shakespeare será igual.
José Carlos Somoza nació en Cuba pero se trasladó a España con tan
sólo un año. Está considerado como uno de los autores más innovadores de
los últimos años y es autor de varias novelas en las que mezcla intriga
con una visión de la realidad. Clara y la penumbra, Zigzag, o La caverna de las ideas son
algunas de ellas, y ha conseguido numerosos premios tanto en nuestro
país como en el extranjero. De esta novela y su conexión con Shakespeare
nos cuenta el autor que:
"La idea de representar y fingir para atraer un asesino tiene mucho que ver con el teatro y ¿qué mejor autor que Shakespeare para hablar de los deseos humanos?"
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